Pensamiento O’Higginiano

La Universidad Bernardo O’Higgins considera el pensamiento de su patronímico como una fuente de inspiración permanente para la actividad que realizan sus directivos, docentes, alumnos y administrativos. Las enseñanzas que a través de sus ideas y acciones dejó el Padre de la Patria se han mantenido en el tiempo, sin embargo su sistematización se hace necesaria como una guía que permita a los integrantes de la Universidad recogerlas en toda su riqueza.

El pensamiento O’Higginiano se deduce fundamentalmente del voluminoso archivo y quehacer del prócer, que refleja  las distintas etapas de su vida y que ha sido historiado profusamente en el Chile republicano. Es posible entonces, a través de sus cartas, de sus decretos, de sus acciones y de los testimonios que dejaron sus contemporáneos sobre su vida, establecer recurrencias muy concretas que permiten articularlo. Se trata de un pensamiento que vale la pena recordar e imitar para educar mejor, para aprender a emprender, para darle sentido a la profesión elegida y para que sirva como fuente de inspiración para enfrentar el presente y proyectarse al futuro.

Entre sus principales aspectos destacan:

Su sentido de familia: Pese a todas las vicisitudes que le tocó vivir, alejado de sus padres desde su más temprana edad, jamás dejó de respetar a su padre que no conoció y de adorar a su madre y hermana con quienes compartió hasta el final de sus días.

Su espíritu religioso y la tolerancia: Demostró un especial fervor por la religión en la que fue bautizado, buscando ser consecuente y fiel con las virtudes cristianas hasta donde lo permitían sus capacidades humanas. Lo anterior no fue obstáculo para aceptar otras religiones y ser un decidido impulsor de la libertad de culto. El mejor ejemplo de su humildad fue hacerse enterrar con el hábito de franciscano, pudiendo haberlo hecho quizás con un elegante uniforme de mariscal.

Su interés por el estudio: Desde su época de estudiante en Chillán, luego en el Perú, España e Inglaterra y posteriormente tras su regreso a Chile, nunca dejó de interesarse por estar al día en las ideas que conformaban el pensamiento universal. Era particularmente aficionado al estudio de la historia y de la geografía, de donde extrajo múltiples lecciones para su quehacer como gobernante.

Su afición por las artes: Su permanente contacto con la naturaleza y sus largos períodos de soledad lo hicieron reflexionar profundamente y tratar de replicar lo que veía, pintando acuarelas y miniaturas, como también refugiarse en la música. Su sensibilidad en este sentido lo llevó a fomentar las artes en forma permanente mediante sus acciones de gobierno, incentivando su conocimiento y cultivo por todos los chilenos.

Su amor a la libertad: Conoció de las ideas libertarias tanto en el espíritu carolino que recogió en el Colegio de Lima, como más adelante por las enseñanzas de Francisco de Miranda. Hizo suyas estas ideas y luchó por ellas hasta su muerte. Dejó de lado las riquezas que había heredado y a la cabeza de sus inquilinos se sumó a la lucha por la Independencia de Chile. Pese a los desastres de la Patria Vieja no abandonó su ideario y siguió luchando hasta ver libre a su país. Pero la causa de la libertad lo llevó más allá, siendo sus iniciativas fundamentales para que se lograra la Independencia del Perú. En el plano interno se preocupó especialmente del ejercicio de las libertades individuales, las que se consagraron en las constituciones de 1818 y de 1822, además de las medidas consecuentes relacionadas con la libertad de imprenta.

Su respeto por la igualdad: A través de su juventud en tierras lejanas, como en sus experiencias con los hijos de jefes indígenas que acudían a su mismo colegio, aprendió que todos los hombres son iguales no importando su raza, credo o condición social. Su pensamiento lo llevó a la realidad en su tarea de gobernante, derogando los títulos nobiliarios, junto a otra serie de medidas que salvaran las odiosas diferencias del tiempo de la colonia.

Su ideal del mérito: En oposición a la antigua concepción de mérito -que se refería a las buenas acciones éticas– y basado en su experiencia personal, privilegió el concepto moderno del término, en cuanto reconocimiento al talento, a la capacidad para el trabajo o para la creación, al conocimiento, a la inteligencia y al ingenio.

La necesidad de una identidad nacional: Para él no bastaba con conquistar la libertad, generar la igualdad en el nuevo Estado y lograr una moral de mérito; sino que llamaba a forjar una identidad propia para compartir de igual a igual con el resto de las naciones del globo. De allí la importancia que le dio a los símbolos patrios y a la denominación de los habitantes del país que nacía, los que debían llamarse chilenos.

Su espíritu democrático: promovió el equilibrio de poderes y la necesidad de organizar adecuadamente el poder político, con un claro sentido democrático. Se preocupó de no servirse del poder, tratando de ser prudente y ecuánime, respetando por sobre todo la voluntad general. Durante casi todo su mandato contó con el apoyo y la confianza de la opinión pública. Representaba así el orden, la disciplina y la responsabilidad para sus compatriotas.

La libertad de comercio: Su experiencia en el extranjero lo convirtió en un  convencido de que para alcanzar efectivamente el progreso del país, debía existir la más amplia libertad de comercio. De ese modo, lo salvaba de las restricciones de las que había sido objeto y le permitiría colocar sus productos en lugares con mejores perspectivas, dándose a conocer, además, en todos los puntos del orbe.

Su condición de líder: Hacerse seguir es la definición más socorrida de un líder y O’Higgins lo logró hasta en las más dramáticas situaciones. De sus escritos y sus actuaciones se deduce que sí se hizo seguir, ya que a través de su vida fue reflejando, una a una, las condiciones que hacen un líder. Fue visionario, adelantándose a su época y, por sobre todo, por estar convencido de que la causa porque luchaba era justa. Era además un buen comunicador, que sabía motivar a sus seguidores con frases que hoy están esculpidas en bronce en monumentos de Arica a Magallanes. Era objetivo, ya que siempre trabajó con los pies en la tierra y quizás donde mejor lo demostró fue cuando abdicó al poder tras sentir que ya no tenía el apoyo que requería para ostentarlo. Era exigente, ya que sabía como pocos que las debilidades se vuelven siempre contra el que se deja estar. De allí su noción del orden y la disciplina como elementos fundamentales del quehacer público. Era perseverante, pues mantuvo siempre sus ideas incluso muy cerca de la muerte en su lucha por la libertad. Era humilde, sabía escuchar y comprender que hubo muchos grandes hombres antes que él y que los habría mucho mejores que él en el futuro. Era valiente tanto en lo moral como en lo físico y siempre supo, y así lo demostró, que su puesto estaba a la cabeza de sus hombres, como en El Roble, Rancagua y Chacabuco. Además era un hombre de acción, de allí que más que sus pensamientos escritos son sus obras lo que lo han hecho trascender.

Su espíritu de servicio público: Consciente de las oportunidades que el destino le había entregado, en el sentido de conocer la realidad europea que se transformó en un referente importante de su obra, se dio cuenta que esa magnífica experiencia debía aprovecharla en beneficio de sus compatriotas. De allí que dejó de lado sus ambiciones personales y privilegió el entregar el máximo de sus esfuerzos por construir una nueva república.

La importancia de la educación: Su visión al respecto era adelantada, sabía perfectamente que no se podía desconocer su importancia para que la nueva república progresara. Tal como lo había vivido en carne propia, pensaba que había que acostumbrar a la juventud, desde sus más tiernos años, a una nueva educación que produjera hombres más sensibles, más amantes de la cultura y agradecidos de sus maestros. Asimismo, reflexionaba que el país debía formar sus propios hombres de Estado, legisladores, economistas, jueces e ingenieros, ya que sin ellos no podrían lograrse los frutos de los grandes esfuerzos que se hacían.

Su visión de futuro: Soñó siempre un gran destino para Chile, pensando en consolidar su territorio, habitarlo con su gente, además de traer inmigrantes elegidos para ayudar a desarrollarlo. El mar -en su ideal- adquiría una importancia vital. En su visión incorporaba la idea de un poderoso ejército y armada que velaran por su soberanía. Especial preocupación tuvo por Magallanes.
Muchos otros aspectos podríamos reconocer en su pensamiento, sin embargo, estos son los que se consideran fundamentales y, más aún, creemos que tienen absoluta vigencia y por lo tanto sirven para guiar esta Casa de Estudios que lleva su nombre y su sello distintivo.

La estrecha relación con la Misión, Principios y Valores de la Universidad Bernardo O’Higgins.

La misión y visión de la Universidad recogen este espíritu, al señalar que se valora particularmente el sentido de la libertad, la dignidad de las personas, el mérito, la preservación de la identidad nacional, los valores y las tradiciones patrias, privilegiando el orden, la constancia, el espíritu de servicio y el sentido ético.

Su aspiración, entonces, es ser reconocida como un referente en la formación de profesionales caracterizados por su espíritu de servicio, libertad orden y constancia, que privilegien el mérito y la ética y que signifiquen un real aporte al mejoramiento de la sociedad.

De allí entonces  el valor que ésta le da a la familia como núcleo básico de la sociedad, siendo responsabilidad de todos tener conciencia de su importancia y proyectarlo; lo que incluye docentes, directivos y aquellos que tienen la posibilidad de estudiar en la Universidad.

En cuanto al interés por el estudio, la realidad nacional e internacional muestra cada vez más que, para progresar en la vida se requiere de mayores conocimientos para enfrentar la realidad y proyectarse al futuro. De allí el esfuerzo que la universidad realiza para profundizar el estudio y las perspectivas multidisciplinarias de los aspectos que afectan a la sociedad.

En el ámbito político, las ideas de libertad, igualdad, el ideal de mérito y el espíritu democrático que dejó O’Higgins, se valoran y se enseñan. La conciencia del ciudadano de ser parte de una sociedad, para con la cual tiene deberes, se refuerza y discute en el aula. Asimismo, se busca hacer consciente a sus alumnos de sus derechos, que les confiere el orden legal vigente heredado desde los tiempos de la construcción del Estado chileno. Por otra parte, se privilegia en todas las actividades el ideal de mérito, destacando la transparencia y la lealtad con que se debe actuar en cualquiera de las profesiones que se elija.

En el mundo globalizado en que vivimos, la Universidad busca reforzar la propia identidad chilena, saber quiénes somos en realidad, dónde estamos y qué queremos ser. Asimismo, conscientes de que en ella se forjan los líderes del mañana, que sean capaces de destacar en el Chile y el mundo del futuro, busca replicar el ejemplo de O’Higgins al respecto. De allí que se procura que sus integrantes sean visionarios, buenos comunicadores, exigentes, perseverantes, humildes, valientes y personas de acción.

O’Higgins siempre soñó con un futuro promisorio para Chile. Al comparar el país de 1818 con el actual, se aprecia que muchas de sus visiones e ideas se cumplieron. Para él, el esfuerzo y la educación son la base de este progreso, lo que expresó de la siguiente manera: “Las luces, las riquezas y el poder anduvieron siempre reunidos en las naciones; sin estos elementos, que los unos nacen de los otros, Chile no será nación ni logrará el fruto de sus sacrificios”.

El futuro es nuestro y la responsabilidad de construirlo, de todos. Desde la perspectiva de las más distintas actividades y profesiones, O’Higgins nos enseña que en éste no puede estar ausente la vocación de servicio público, tanto en el cumplimiento de nuestras obligaciones ciudadanas como en la participación efectiva en la actividad pública. La anterior es también una preocupación constante de nuestra Universidad, la que trata de transmitir a sus alumnos de diferentes maneras.

Existen numerosas obras sobre Bernardo O’Higgins que permanecen cerradas y almacenadas en bibliotecas y estantes.  Nos asiste el deber moral de sacar de ellas el polvo del olvido y continuar buscando allí la inspiración para construir un Chile mejor, dándole de ese modo un mayor  sentido a todo nuestro quehacer.

*El autor del presente texto es don Roberto Arancibia Clavel, Doctor en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile.

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