El impacto educativo por la alteración del sueño debido al cambio de hora en Chile

Categoría: Opinión

Cambio de hora y sueño en Chile: Perspectivas desde lo educativo.

 

Al comenzar abril, el cambio de horario es un tema que no deja a nadie indiferente en Chile. La distinción entre un horario de invierno y de verano en el país, establecida a fines de los ’60 para enfrentar una alta demanda eléctrica intensificada por una profunda sequía, fue suprimida en algunas ocasiones por el gobierno, pero hoy en día sigue plenamente vigente. De esta forma, la norma exige retrasar en 1 hora nuestros relojes y alarmas el primer sábado de abril.

Pero, ¿qué implica en la práctica el cambio de hora? El retraso en 60 min conlleva a que se durme 1 hora más ese día y, si bien el horario de invierno no causa tanto cuestionamiento o rechazo como el de verano, lo cierto es que igualmente debemos adaptarnos ya que la modificación en nuestras horas de sueño puede impactar nuestras más diversas actividades, por ejemplo, aquellas educativas.

Lejos de ser un estado de inactividad, el dormir manteniendo un adecuado estado fisiológico de sueño es absolutamente fundamental para una vida saludable, en equilibrio y en armonía. Cuando se nos priva de un sueño reparador o alteramos el horario que dedicamos a él pueden surgir una serie de alteraciones en nuestro desempeño educativo, laboral o en nuestro propio cuerpo, incluso hasta desórdenes inmunológicos que nos pueden llevar a enfermar.

Dormir adecuadamente, con un sueño reparador, es fundamental para el proceso de aprendizaje y esencial para la consolidación de la memoria. El dormir bien después de una jornada de aprendizaje o laboral es clave para que afiancemos nuestros recuerdos y también para que estemos en un estado óptimo para volver a aprender luego de dormir y recordar posteriormente lo que hemos aprendido. Sobra decir que pasar una noche de largo sin dormir afecta la región del cerebro conocida como hipocampo, que está fuertemente vinculada con la memoria y con la retención de los recuerdos, por lo cual es absolutamente perjudicial el amanecerse estudiando o dormir menos horas. Además, un sueño gratificante mejora la capacidad para que recordemos el lenguaje hablado, para que se consoliden las habilidades motoras y la información detallada de hechos o situaciones que son relevantes para la vida diaria, aspectos que son críticos en el proceso de enseñanza-aprendizaje que se da en los distintos niveles educativos. De esta forma, los mecanismos neurobiológicos del aprendizaje se alteran cuando dormimos menos, ya que nuestro cuerpo está regulado por un ritmo circadiano que a su vez regula nuestro sueño, ritmo que depende de ciertos genes y hormonas que requieren que durmamos las horas apropiadas en el momento indicado, que es la noche.

Los escolares, universitarios y docentes pueden tener problemas en su exigente desempeño educativo con estos cambios de hora, por lo cual se recomienda acostarse antes dado que se empieza a oscurecer más temprano y tratar de dormir una cierta cantidad de horas con las que uno se sienta totalmente recuperado y con energía para iniciar una nueva jornada. Si bien hay un rango de variación, se sabe que para niños y adolescentes lo ideal es que se duerma entre 9 a 11 horas diarias, y en los adultos, entre 7 a 9 horas diarias. De esta forma, para los escolares y universitarios, se requiere mantener las horas de sueño en un rango que permita despertarse sin cansancio, para lo cual es importante que se ponga fuerza de voluntad y organización, con el apoyo de la familia, a fin de transitar por una adaptación gradual al horario de invierno y que se logren efectuar todas aquellas actividades diarias puesto que ellos tendrán la sensación de que el día es más corto, lo cual requiere establecer entonces una rutina que les permita aprender bien así como divertirse y recrearse, siendo fundamental el no descuidar los hábitos y estilos de vida saludables y como factor importantísimo el ejercicio físico, que naturalmente colabora a un buen dormir por la noche.

Finalmente, encima de la balanza del ahorro energético versus un adecuado patrón de sueño y salud se deben poner los diversos beneficios y riesgos para la población, elementos que deben estar permanentemente en análisis respecto al mantener o no el horario de invierno y de verano. La discusión al respecto se mantiene año tras año.

 

Manuel E. Cortés

Profesor de Biología y Química,

Doctor en Ciencias, Postdoctorado en Psicología,

Decano Facultad de Educación UBO.

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